Diario de un apátrida

"Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar".

Archivo de Dragó

Amigo Dragó, te equivocas

Querido diario:

Errar es humano. Equivocarse símbolo de humanidad. Y mi admirado Dragó es humano. Por ello considero que mañana va a cometer un error, al votar en las elecciones europeas que se celebran mañana.

Tal y como cuenta eufórico en su blog en El Mundo, mañana va a depositar su papeleta en la urna a favor de UPyD. Considero que esto es un error no porque vaya a votar a UPyD, que de hecho era mi opción de voto hasta hace unos días, tal y como conté en la anterior entrada. Lo considero un error porque ha caído en la trampa que los partidos nacionales han tendido: enfocar las elecciones al Parlamento Europeo en clave nacional. Y no, no son, por mucho que se insista, a Rajoy ni a Zapatero a quien se juzga.  Se juzga la actual Europa. Y la actual Europa merece sufrir un terremoto abstencionista.

Por ello votar a UPyD (en concreto a Sosa Wagner, no a Rosa Díez) pretendiendo castigar a PP y PSOE en unas elecciones donde se decide el destino del burócrata europarlamento es un error. Votar mañana, simplemente, ya es un error. Y espero y deseo que mañana haya un bajísimo porcentaje de ciudadanos que yerren.  Por el bien de Europa.

Apátrida

Fernando Sánchez Dragó dijo una vez allá por mayo de 2007, cuando presentaba el Diario de la Noche de Telemadrid, que si Zapatero volvía a ganar las elecciones él se iba de España.

Y Zapatero ganó. Tras una de las legislaturas más lamentables que haya tocado vivir, el peor presidente del gobierno de la historia de España ganó las elecciones. Y las ganó no sólo porque en frente tenía a la peor oposición (también) de la historia, sino porque los españoles (concluí) carecen totalmente (es inútil engañarse) del más mínimo sentido crítico, visión, o aspiraciones. Las generalizaciones son siempre injustas y erróneas, pero incluso aunque conozca excepciones, ésta (la generalización) se ajusta bastante a la realidad.

Semejante acontecimiento me abrió los ojos y encontré la razón de mi desasosiego: tomé conciencia de lo que me rodeaba, de lo que era realmente España, de cómo eran los españoles, y del no-futuro que esperaba a ese cuasi fallido país. Y mi visión de España no difería mucho de la que Dragó reflejó en su libro «Y si habla mal de España… es español«.
Leer aquel libro fue para mí como un rescate espiritual, pasando del mundo de las sombras a la luz. Todo lo que mi subconsciente escondía se reflejaba fielmente en aquel libro, incluso cuando estaba en desacuerdo con su autor. Entonces recordé sus palabras de mayo de 2007… y empezó mi huída de España.

Finalmente lo conseguí. Desde hace unos meses tengo mi residencia en el extranjero, aunque no paro mucho en ella ya que voy de acá para allá con mi maleta a cuestas descubriendo mundos, enriqueciendo mi persona y mi pasaporte. Y no hay nada como viajar, como conocer mundo, como vivir en el extranjero, para que todos los tópicos a los que nos tenían acostumbrados se caigan uno tras otro, uno tras otro. Pero el principal tópico derrotado, el que ha resultado más dañino, el que ha conformado ese carácter de pasota conformista y gandul en los españoles y del que incluso yo era (repito, era) un firme defensor,  ha sido el de “como en España no se vive en ningún sitio”. Efectivamente, ese tópico define muy bien a los españoles, incapaces de buscar algo mejor en la vida, creyéndose siempre el ombligo del mundo y que les permite vivir en su autoinculcada complacencia.

La razón por la que hablo de los españoles en tercera (o segunda, según el caso) pero no en primera persona es simplemente porque ya no soy español. Permitidme explicarme: lo soy según mi pasaporte y mi DNI, lo soy según mi lugar de nacimiento, pero mi alma no lo es. Corrijo, mi alma ya no lo es. Es por ello también que no me considero exiliado, como se consideran muchos otros que escriben blogs desde el extranjero. Yo simplemente me considero apátrida, sin patria, “stateless person”. Según la Wikipedia una de las razones por las que existen los apátridas es por la desaparición del Estado al que pertenecían. Bien, precisamente el Estado como institución no es lo que ha desaparecido (¡ojalá!) pero sí el Estado como país.

De todo eso versa este blog. De ese terruño llamado España al que antes pertenecía y del que he huido… ¿quizás para siempre? A lo largo de este blog voy a ir desgranando las miserias de ese país donde la envidia, el caradurismo y la sinvergonzonería es el pan nuestro (suyo) de cada día. No aspiro a que me quieran, ni siquiera aspiro a que me lean. Pero si con este blog consigo despertar de ese letargo a mis excompatriotas, bienvenido sea.

No se me enfaden mucho.