Diario de un apátrida

"Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar".

Archivo de España

Por lo que luchan los jóvenes españoles (2, y las que vendrán)

Querido diario:

Hace unos meses te hablaba de a lo que aspiraban los jóvenes españoles, lo que les movía, lo que les hacía alzarse en armas. La respuesta era obvia: emborracharse. Pues bien, si cabe, las cosas han ido a peor. Al menos en aquella ocasión no quemaron la casa de los vecinos de Béjar.

No me extraña que el 14% de los jóvenes españoles no tenga ni estudios ni trabajo. Para beber, emborracharse, agredir, violar, jactarse, atacar, quemar o matar no hacen falta ninguna de las dos cosas.

Los españoles son felices

Querido diario:

Una de las noticias que más me ha llamado la atención este verano es el resultado de un estudio según el cual los españoles son los europeos más felices.

La razón es obvia: las claves para la felicidad son la ignorancia (o el no conocer nada más que a lo que se está acostumbrado, que obviamente pasa a convertirse en lo mejor) y la falta de aspiraciones (da igual que la democracia derive a dictadura o la economía se hunda mientras haya futbol y me quede dinerillo para las cañas del domingo con los amiguetes), y de ambas la mayoría de los españoles van sobrados. De ahí que sean los más felices de Europa.

Aunque, querido diario, también tengo otra teoría menos hiriente (o más, depende del cristal con el que el lector lo lea). Mis padres me han dicho siempre desde que era pequeño (y aun lo repiten de vez en cuando, aunque no les hago ni caso) que de puertas hacia fuera de casa sólo debemos mostrar a los demás que nos va de maravilla, aunque de puertas hacia dentro nos estuviéramos muriendo de hambre. La razón se basaba en lo que mi estimado Sánchez Dragó califica como dos de las características principales de los españoles: el cainismo y la envidia. Si a eso le sumamos el paletismo y el pueblerinismo peluquero, el resultado es obvio: es necesario demostrar que a uno le va bien aunque no sea así para despertar la envidia del chismoso vecindario y evitar que su cainismo nos acabe hundiendo. Y si alguien se atreve que me diga que esto es mentira…

Sin embargo no descarto que se trate de una mezcla de ambas.

P.D. No tiene desperdicio que además, dentro de España, Barcelona sea la ciudad “más feliz”.

Esto es España

Querido diario:

Muchas veces he querido describirte de forma gráfica y breve cómo es España. Pues bien, con esto te puedes hacer una idea:

Esto es España:

caramelo

Y esto:

elaguaesmia

(atención a la señora que aparece en el segundo 56, «¡el agua es mia!»).

Y esto también (vía FDV):

pribatizacion

Y esto, querido diario, también. También esto, y esto otro.

En resumen, querido diario, el cainismo, la envidia, el analfabetismo y la vileza son España. O una parte muy grande de ella.

Pais de mierda

Querido diario: hace unos meses un grupo de israelíes españoles lanzaron una campaña para intentar limpiar el nombre y la imagen de Israel en España. Para ello lanzaron un vídeo cuyo propósito era intentar hacer recapacitar a los españoles sobre la opinión que de aquel país se tiene (equivocada e injusta) y las noticias que de esa zona del mundo día tras día llegan a España (modificadas por el cristal del progresismo mass-media español). El vídeo era el siguiente:

De lo que los autores del vídeo no  se percataron es que con dicho vídeo, lleno de noticias ciertas, dibujaban la cruda realidad española. De hecho, lo que consiguieron no fue hacer recapacitar a los españoles sobre Israel (imposible), sino que éstos se enojaran por el contenido de dicho vídeo (ya se sabe, la verdad duele, y la autocrítica no existe en el diccionario de los españoles) y arremetieran contra los autores de la campaña.

¿Qué cabía esperar? Cualquier otra reacción hubiera supuesto para mí una sorpresa.

Por cierto, muy buena campaña.

Apátrida

Fernando Sánchez Dragó dijo una vez allá por mayo de 2007, cuando presentaba el Diario de la Noche de Telemadrid, que si Zapatero volvía a ganar las elecciones él se iba de España.

Y Zapatero ganó. Tras una de las legislaturas más lamentables que haya tocado vivir, el peor presidente del gobierno de la historia de España ganó las elecciones. Y las ganó no sólo porque en frente tenía a la peor oposición (también) de la historia, sino porque los españoles (concluí) carecen totalmente (es inútil engañarse) del más mínimo sentido crítico, visión, o aspiraciones. Las generalizaciones son siempre injustas y erróneas, pero incluso aunque conozca excepciones, ésta (la generalización) se ajusta bastante a la realidad.

Semejante acontecimiento me abrió los ojos y encontré la razón de mi desasosiego: tomé conciencia de lo que me rodeaba, de lo que era realmente España, de cómo eran los españoles, y del no-futuro que esperaba a ese cuasi fallido país. Y mi visión de España no difería mucho de la que Dragó reflejó en su libro «Y si habla mal de España… es español«.
Leer aquel libro fue para mí como un rescate espiritual, pasando del mundo de las sombras a la luz. Todo lo que mi subconsciente escondía se reflejaba fielmente en aquel libro, incluso cuando estaba en desacuerdo con su autor. Entonces recordé sus palabras de mayo de 2007… y empezó mi huída de España.

Finalmente lo conseguí. Desde hace unos meses tengo mi residencia en el extranjero, aunque no paro mucho en ella ya que voy de acá para allá con mi maleta a cuestas descubriendo mundos, enriqueciendo mi persona y mi pasaporte. Y no hay nada como viajar, como conocer mundo, como vivir en el extranjero, para que todos los tópicos a los que nos tenían acostumbrados se caigan uno tras otro, uno tras otro. Pero el principal tópico derrotado, el que ha resultado más dañino, el que ha conformado ese carácter de pasota conformista y gandul en los españoles y del que incluso yo era (repito, era) un firme defensor,  ha sido el de “como en España no se vive en ningún sitio”. Efectivamente, ese tópico define muy bien a los españoles, incapaces de buscar algo mejor en la vida, creyéndose siempre el ombligo del mundo y que les permite vivir en su autoinculcada complacencia.

La razón por la que hablo de los españoles en tercera (o segunda, según el caso) pero no en primera persona es simplemente porque ya no soy español. Permitidme explicarme: lo soy según mi pasaporte y mi DNI, lo soy según mi lugar de nacimiento, pero mi alma no lo es. Corrijo, mi alma ya no lo es. Es por ello también que no me considero exiliado, como se consideran muchos otros que escriben blogs desde el extranjero. Yo simplemente me considero apátrida, sin patria, “stateless person”. Según la Wikipedia una de las razones por las que existen los apátridas es por la desaparición del Estado al que pertenecían. Bien, precisamente el Estado como institución no es lo que ha desaparecido (¡ojalá!) pero sí el Estado como país.

De todo eso versa este blog. De ese terruño llamado España al que antes pertenecía y del que he huido… ¿quizás para siempre? A lo largo de este blog voy a ir desgranando las miserias de ese país donde la envidia, el caradurismo y la sinvergonzonería es el pan nuestro (suyo) de cada día. No aspiro a que me quieran, ni siquiera aspiro a que me lean. Pero si con este blog consigo despertar de ese letargo a mis excompatriotas, bienvenido sea.

No se me enfaden mucho.